Sanidad exterior (Spain is very different, señores)

Uno de los trámites necesarios antes de viajar es interesarse por las recomendaciones acerca de vacunas y hábitos alimenticios en el país de destino. En España existe un digamos organismo, dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo, que viene siendo, supongo, un sumidero de la administración.

Después de llevar casi dos semanas llamando por teléfono todos los días al centro de Sanidad Exterior en Gijón, en horario de mañana, cuidadín con el estrés, ayer se me ocurrió llamar al centro de León, donde me atendieron extraordinariamente y me dieron toda clase de indicaciones, insistiendo en que las vacunas debían ser presenciales, no vía telefónica. Obviamente, no voy a ir a vacunarme a León, por lo que, con las recomendaciones en mano, hoy decidí volver a intentar, sin esperanza alguna, lo reconozco, contactar con el centro de Gijón. Cuando al sonar el tono del teléfono oí que comunicaba, pensé: "Esto si es un milagro, y no que Kubika no se matara.".

Mientras buscaba en el recuerdo alguna virgen que conociera (Jorge diría que ya quedan pocas), necesitada de beatificar y de milagros creíbles, marqué de nuevo el teléfono de Sanidad Exterior y esta vez, ¡voila! me contestó alguien con una voz de camionero que no encajaba exactamente con la imagen de vestal que me estaba viniendo a la cabeza. En el obligado reseteo para centrarme en la conversación comenzó el surrealismo.

El tipo que me contestó, como salido de una película de Buñuel. Me dice que me da vez para el día 8 de Enero (???) para que vaya allí a las 11 menos cuarto de la mañana, a hacer la consulta. "¡Joder!", pienso, "ayer, la señora de León me contestó sin tanto protocolo". Me dice que esta semana están todos muy ocupados gastando los moscosos que les quedan y que no va a haber nadie. Con la consternación corriéndome por las venas, porque, claro, si los funcionarios del MSyC tienen que gastar los moscosos, se suspenden por decreto los viajes en Asturias, le pregunto si no puede ser por la tarde porque, como la gente normal, trabajo por la mañana. Las risas del figura se oyeron en Lima, valga la redundancia, porque me espeta que "llevo cuarenta años trabajando y sólo por la mañana". Plegándome ante el peso de tal razonamiento, que para si quisiera Santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios, le digo que le vuelvo a llamar, que debo consultar mi agenda porque mi vida laboral no me permite hacer planes más allá de 15 minutos, pero me dice que me apunta, y que si quiero anular la cita que les llame. Pensándolo bien, esta semana todo el Ministerio de Sanidad está de moscosos, por lo que he decidido mantener la cita e intentar ir el día 8.

Este primer contacto telefónico promete segunda parte; después de esta cita, por la que ya noto ansiedad, contaré como sigue este tema.